Te habías puesto tu vestido ligero.
Yo, la escalera contra un cerezo.
Quisiste subir la primera...
y después...
Hay tantos modos, tantas maneras
de decir las cosas sin hablar.
Y como tú bien sabías como hacerlo...
lo hiciste.
Una sonrisa, una mano tendida,
y a través del juego de transparencias
esos frutos en los pliegues de la tela...
que se balanceaban...
No se trataba de subir muy alto,
sólo los pies en los primeros peldaños.
Sentí resbalar el manto
de la infancia...
No grabamos nada en mármol,
pero confieso que a menudo recuerdo,
cada vez que escucho a un árbol
caer.
Un árbol se parte rápidamente
La madera, alguien tiene que venderla.
Si supiera lo mal que la pasé,
al caer.
Por otra parte descendí de allí,
de todos esos juegos de transparencia,
esos frutos en los pliegues de la tela...
que se balanceaban.
Encontré otras cosas que hacer
y otras sonrisas me crucé...
pero una luz tan hermosa,
jamás.
A la velocidad que el tiempo pasa,
el milagro es que nada borra lo esencial.
Todo desaparece en una ligera sombra,
todo, salvo ese sabor de fiebre y de miel.
Todo se disipó en el espacio:
La sonrisa, el vestido, el árbol, la escalera,
A la velocidad que el tiempo pasa,
nada, nada, borra lo esencial.
...
Encontré otras cosas que hacer
y otras sonrisas me crucé
pero una luz tan bella, así,
jamás...
...
Y ahora, es este suelo donde estamos,
pasamos nuestras vidas de mortales
buscando esas puertas que dan
al cielo..
"La robe et l'échelle"
Francis Cabrel
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